En memoria de Luis Ignacio Cantillana Cantillana (Q.E.P.D.), nuestro querido amigo y compañero de estudios perteneciente a la generación que egresara el año 1964 de la Escuela N°1 Luis Galdames de Rengo, su familia ha programado e invita a todos quienes lo conocieron a la misa conmemorativa del segundo aniversario de su fallecimiento, que se llevará a cabo este sábado 22 de julio a las 19:00 hrs., en el Santuario Santa Rosa de Pelequén, localidad en la que vivió gran parte de su vida.
Escasas semanas antes de partir, nuestro excompañero de 5° y 6° básico nos dejó su valioso testimonio: “Yo vivía en el pequeño pueblo de Pelequén, comuna de Malloa, y viajé todos los días de Pelequén a la Escuela N°1 Luis Galdames de Rengo, donde llegué a cursar los últimos dos años de la educación básica. Los cursos anteriores los rendí en la Escuela N°30 de Pelequén.”
Luis Ignacio Cantillana Cantillana, nació el 2 de junio de 1951, y vivió la mayor parte de su vida en su querido Pelequén. Desde niño se distinguió por su especial forma de ser, sensible y retraído, amigable y muy respetuoso. Cuando llegó a la Escuela N°1, lo recordamos también por su sencillez, la alegría expresada siempre en una sonrisa en su rostro, destacándose por su generosidad y ansias de compartir a pesar de su timidez y mesura, deseoso de ser aceptado por sus nuevos compañeros de la ciudad porque él venía de una escuela pequeña de campo, como decía él, del poblado de entonces de Pelequén.
Un día llegó con su acordeón y nos deslumbró a todos de su talento musical. Además de sorprendernos con su inmensa acordeón que el delgado cuerpo de nuestro amigo, quedaba cubierto por su instrumento musical. Él mismo lo recuerda al contarnos: “Mi acordeón era grande, de 120 bajos, por lo que para un niño era sin duda enorme, y cuando la colgaba de mis hombros parecía una acordeón con cabeza y piernas. “El niño acordeón”, me decían, y así fui el único que se destacó en ejecutar este instrumento en la escuela, hasta que llegaron los hermanos Huaicos, pues uno de ellos también era acordeonista. A los siete años miraba a mi padre que tocaba acordeón por hobby y, de tanto observarlo, sentí deseos de aprender a tocar ese instrumento. Entonces, en su ausencia y a escondidas, le sacaba la acordeón y comencé a practicar y rápidamente aprendí. Después, era de todos los días, aprendiendo un variado repertorio sólo por oído. Cuando llegué a la escuela N°1 me identificaron como “el niño acordeonista”. Claro, aprendí muy rápido. ¿Cómo? No lo sé. Descubrí ese don en mí y lo desarrollé hasta que llegó el momento que pude tocar varios instrumentos: la guitarra, batería, arpa, bajo, teclado, y acordeón, entre otros, sólo por oído.
Luis destacó en varias agrupaciones musicales de la provincia, integró “La Sonora Casino”, “La Sonora Carnaval”, entre otros conjuntos e incluso en algunas ocasiones sacó de apuro al emblemático Conjunto Villa Deseada de Rengo donde lo recuerdan con cariño sus directores, el Lolo Quinteros y Luzgarda Ramírez.
“Mis Tatas tenían la Quinta de Recreo El Triunfo en Pelequén, con quienes viví mi infancia y edad juvenil, y como aprendí a tocar “la Cuncuna” como le decía mi Profesor José Rivas, a veces le pedía a mi Tata que me dejara tocar un poco en el local de ellos donde se bailaba también. Pero mi Tata me permitió hacerlo sólo un rato no más porque me decía que al otro día muy temprano debía ir a la escuela Luis Galdames de Rengo. Luego, como era un poco alto, comencé a jugar fútbol, e integré la Selección Escolar. Algunos años después en el Liceo, fui seleccionado juvenil, pero en un campeonato nacional en la ciudad de Castro, jugando por la selección renguina me quebraron la clavícula y hasta allí llegó mi carrera de pelotero, por lo que me dediqué solo a la música. Entonces, mi Tata me dijo, “jovencito, debe elegir, el estudio o la pelota. Y no me quedó otra, así que dejé el fútbol y me dediqué a la música”.
“Hoy tengo dos hijos con su mamá María Angélica García, quienes siguieron mis pasos, el mayor Oscar Cantillana García, toca la Batería y tiene su grupo musical, y Luis Nilson es Comandante del Cuerpo de Bomberos de Malloa, además de tres nietos, Florencia, Francisco y Joaquín“.
Luis Ignacio Cantillana Cantillana, ingresó al Cuerpo de Bomberos de Malloa en 1988 y al cumplir 33 años de servicio, habiendo destacado por su constante preocupación hacia sus compañeros bomberos, su generosidad y hondo sentido de la amistad junto con un profundo compromiso con el lema de pleno servicio a la comunidad de su institución, asumió como Director Honorario, realizando el cargo de Tesorero y Director de Compañía, hasta ser nombrado como Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Malloa. Como tal, se preocupó siempre que su compañía contara con todos los implementos necesarios para cumplir con la comunidad. Es así que logró renovar 5 carros para sus cuatro compañías, una Unidad para trabajos Forestales y junto con sus hombres del fuego refaccionar y dejar en excelentes condiciones cuatro de sus carros. Esta fue su última exitosa iniciativa en favor de su institución que tanto amaba. Labor que continuó su hijo Luis Nilson Cantillana García, Comandante del Cuerpo de Bomberos de Malloa. Del mismo modo, su padre, como Superintendente, siempre luchó porque los voluntarios tuvieran amplios conocimientos actualizados en las nuevas tecnologías para un mayor éxito en sus funciones. Estuvo de esta manera siempre dispuesto a escucharlos, dialogar y dar consejo a quienes lo necesitaran junto con ayudar al prójimo, es decir un Bombero ejemplar.
En el último reencuentro que el autor de este relato-homenaje tuvo con Luis Cantillana junto a nueve de nuestros compañeros del 64, él me regaló un hermoso lápiz de metal en un bello estuche, diciéndome, “Para que sigas escribiendo, amigo Manuel”
Entonces él ya estaba delicado de salud y esperaba una cama en algún hospital en los primeros días de la pandemia. Lamentablemente, nunca contó con un cupo para la opción de una operación. Siempre le dijeron que esperara. Y esperó demasiado.
Hoy, en nombre de todos los compañeros que egresamos de la educación básica el año 1964, recordamos al querido y admirable amigo que jamás olvidaremos, manifestándole a sus hermanos, a sus hijos, nietos y familia, nuestro cariño y afecto, pidiéndole disculpas porque muchos no podremos estar físicamente presentes en la misa conmemorativa que se realizará en el Santuario Santa Rosa de Pelequén, pues muchos estamos esparcidos por el mundo, pero queremos que sepan que nuestro espíritu estará junto a ustedes este sábado, acompañándolos, porque Luis Ignacio Cantillana Cantillana, estará siempre en nuestros corazones y en nuestra memoria.
Manuel Gallegos Abarca, escritor