Durante el reciente fin de semana y a solo 40 días del plebiscito del 25 de octubre, el Ejecutivo dio a conocer en un breve texto cuáles son, a su juicio, los diez conceptos más relevantes y esenciales que deben estar y contener la nueva Constitución para Chile, de ganar la opción “apruebo” durante el referéndum democrático ya acordado por los principales partidos políticos del país, tras el estallido social del año pasado.
Como era de esperarse, sectores de centro derecha salieron al paso para aplaudir el pronunciamiento del Presidente calificándolo como un gran aporte al debate plebiscitario, mientras que “más de lo mismo” y “refrito de la actual Constitución” fueron las frases más escuchadas entre los sectores de la oposición.
Y claro, es que si analizamos los enunciados de los 10 puntos esgrimidos por el Ejecutivo, efectivamente se evidencian y destacan las similitudes con la actual Carta Magna que hoy nos rige, por sobre las urgencias y novedades que exigen las bases sociales del Chile de hoy .
Los 10 enunciados incluyen el rol del estado; familia; derechos civiles y políticos; derechos económicos, sociales y culturales; sociedad inclusiva y diversa; orden público; medio ambiente; separación de los poderes del estado; responsabilidad de las autoridades y transparencia del estado y descentralización.
Evaluándolos como principios básicos, queda claro que tenemos coincidencias en aquellos conceptos fundamentales ya que no se espera rebatir que Chile debe ser una república democrática con un Estado de derecho, que la familia es el núcleo de la sociedad o que los ciudadanos tenemos derechos civiles y políticos donde los órganos del Estado deben respetar y promover los derechos humanos, garantizando la igualdad ante la ley y la protección ante cualquier abuso o discriminación, así como sostenibilidad y participación ciudadana.
Estos son principios básicos que todos los demócratas apoyamos y que exigiremos también ver reflejados y profundizados a partir de octubre próximo, como parte del proceso constituyente, pero lo queremos ver plasmado en una nueva Carta Magna, con un nuevo contexto de Estado: más solidario y no subsidiario, con nuevos énfasis y nuevas realidades legales efectivas en ámbitos tales como la educación, la salud, los recursos naturales del país, los pueblos originarios y la igualdad de género, entre otros aspectos claves y base de sustento del nuevo trato social constitucional.
Es efectivo que la situación de pandemia que vivimos en el país, desde hace ya 6 meses, dificulta el proceso plebiscitario y nos vemos enfrentados a temores ante potenciales contagios y rebrotes, sin embargo, el Servel junto a expertos epidemiólogos han trabajado concienzudamente para brindarnos el marco sanitario necesario para que los chilenos podamos votar con seguridad, manteniendo también vigente en todo momento el necesario autocuidado.
La pandemia es un contexto nuevo que nos sorprendió a todos, pero la gestación y promoción de una nueva Constitución es algo normal y muy necesario para el reordenamiento jurídico, político y social del país, que ya se ha dado numerosas veces mirado la perspectiva de nuestra historia independiente (que sumará 210 años este sábado 18 de septiembre). Sí, porque Chile cuenta ya con 11 Constituciones a partir del que fuera el “Reglamento para el Arreglo de la Autoridad Ejecutiva Provisoria de Chile”, promulgado el 8 de agosto de 1811 y considerado como la primera Constitución que nos dimos. Entre 1811 y 1833 se vivió un período de inestabilidad político-social con un total de 8 proyectos constitucionales, incluyendo uno federal, luego vino la Constitución de 1833, la de 1925 y finalmente la de 1980, que nos rige hasta hoy y desde hace ya 40 años.
Así, y aun cuando la Constitución que surja a partir del proceso plebiscitario de octubre no será la primera, sí es esta la primera vez que nos preguntarán a los chilenos si “queremos” o no una nueva Constitución.
Este hecho, inédito en nuestra historia republicana, suma más fuerza y legitimidad a todo el proceso constituyente que se iniciará en las urnas y a menos de 40 días porque, mucho más que un decálogo, lo que comienza a escribirse el domingo 25 de octubre es la Constitución más participativa, inclusiva, democrática y necesaria que hayamos tenido los chilenos a lo largo de nuestra historia como país independiente.